A penas hace cuatro siglos fue encontrado en las Minas de Varma, al oeste del territorio de los centauros. Su brillo es capaz de cegar los corazones más humanos. Atrae por igual al humilde como al ávaro, convirtiéndoles en seres huraños ávidos de riquezas.
La codicia se extiende por la sangre de su poseedor como una enfermedad, e incluso después de ser despojado del orbe, su propietario podrá recuperar en parte su vida, pero siempre albergara el vacío de aquel poder en sus entrañas.
Cuentan los ancianos que en los albores de Lutaria durante la noche más oscura del trimestre lunar, dos inmensos astros colisionaron dando lugar a una lluvia dorada que cubrió el planeta como si de un manto de oro se tratase.
Y es por eso, que al atardecer cuando el cuarto sol emprende su camino hacia el fin de su diario vagar, los cauces de los ríos de Lutaria parécen transportar peces de oro. Y los valles brillan como si miles de hadas hubiesen agitado sus alas sobre ellos en una orgía de bailes y risas sin fin.
Incluso los más aventurados se atreven a afirmar que aquella noche fueron tres, los orbes que impactaron contra Lutaria. Conocidos como la Triada Aurea. Durante cientos de años los seres antiguos dilapidaron acero y sangre en su búsqueda.
Fue el rey Temudjin, quien tras una década de búsqueda se alzó amo de La Triada Aurea. Junto a ella se enclaustro en la cámara del Castillo de la Muralla Negra, custodiado por su ejército al completo. Y siendo visitado unicaménte por una harapienta anciana que había sido elegida para servirle alimento y vino una vez al día, por no ser considerada una amenaza, dada su avanzada edad y su patético estado de salud.
A la puesta de sol del día setenta y nueve. El rey Tedmujin fue hallado muerto, consumido por los poderes de los tres orbes.Fue entonces cuando la anciana que había estado sirviéndole se despojó de sus harapos y torno a su verdadero aspecto.
Se trataba de Guan Yin, diosa de la misericordia. Que sabedora del dolor y del vacío infinito que la Triada traería al mundo, rogo permiso a las Deidades Supremas para materializarse sobre Lutaria y ayudar a los habitantes antiguos a manejar estos tres dones divinos que obviamente no estaban preparados para recibir.
Guan, arrojo el primer orbe al corazón del más profundo volcán del planeta. Situado en lo que hoy conocemos como el Eje Volcánico Drow. Y allí encomendó su protección a los Demonios Ancestrales que lo habitan.
El Segundo Orbe fue entregado a Yemayá, madre y protectora de mares y océanos y de todas las criaturas que los habitan. Yemayá encomendó su cuidado y custodia a las sirenas que habitan el Arrecife de la Desolación.
Y el último orbe fue enterrado en las minas de Varma, y ... su historia se sigue escribiendo.